Páginas

sábado, 16 de noviembre de 2013

ESOS INSTANTES DE AMOR



Liberarse del cautiverio del amor, quemarse como una vela, derretirse en amor, fundirse con el amor, ¡qué felicidad! ¿Es eso posible para criaturas como nosotros, que somos débiles, orgullosos, vanos, posesivos, envidiosos, celosos, inflexibles, implacables? Es evidente que no. Para nosotros es la carrera de ratas... en el vacío de la mente. Para nosotros la condena, la condena interminable. Creyendo que necesitamos amar, dejamos de amar, dejamos de ser amados. Pero inclusive nosotros, por muy despreciablemente débiles que seamos, experimentamos ocasionalmente algo de este amor verdadero y desinteresado. ¿Quién de nosotros no se ha dicho a sí mismo en su ciega adoración de alguien que está fuera de su alcance: "No importa que nunca sea mía. Lo único que importa es que exista y que pueda honrarla y adorarla eternamente"? Y aunque ese modo exaltado de ver las cosas sea insostenible, el enamorado que razona así pisa terreno firme. Ha conocido un momento de amor puro. Ningún otro amor, por sereno y duradero que sea, puede compararse con él.

( Henry Millar, escritor norteamericano )


No hay comentarios:

Publicar un comentario