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viernes, 6 de febrero de 2015

MUJER, NO ENVEJEZCAS


Amiga a la que amo: no envejezcas. 
Que se detenga el tiempo sin tocarte; 
que no te quite el manto 
de la perfecta juventud. Inmóvil 
junto a tu cuerpo de muchacha dulce 
quede, al hallarte, el tiempo.
Si tu hermosura ha sido 
la llave del amor, si tu hermosura 
con el amor me ha dado 
la certidumbre de la dicha, 
la compañía sin dolor, el vuelo, 
guárdate hermosa, joven siempre.
No quiero ni pensar lo que tendría 
de soledad mi corazón necesitado, 
si la vejez dañina, prejuiciosa 
cargara en ti la mano, 
y mordiera tu piel, desvencijara 
tus dientes, y la música 
que mueves, al moverte, deshiciera.
Guárdame siempre en la delicia 
de tus dientes parejos, de tus ojos, 
de tus olores buenos, 
de tus brazos que me enseñas 
cuando a solas conmigo te has quedado 
desnuda toda, en sombras, 
sin más luz que la tuya, 
porque tu cuerpo alumbra cuando amas, 
más tierna tú que las pequeñas flores 
con que te adorno a veces.
Guárdame en la alegría de mirarte 
ir y venir en ritmo, caminando 
y, al caminar, meciéndote 
como si regresaras de la llave del agua 
llevando un cántaro en el hombro.
Y cuando me haga viejo, 
y engorde y quede calvo, no te apiades 
de mis ojos hinchados, de mis dientes 
postizos, de las canas que me salgan 
por la nariz. Aléjame, 
no te apiades, destiérrame, te pido; 
hermosa entonces, joven como ahora, 
no me ames: recuérdame 
tal como fui al cantarte, cuando era 
yo tu voz y tu escudo, 
y estabas sola, y te sirvió mi mano.


( Rubén Bonifaz Nuño, poeta mexicano)

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