Qué hermoso despertar todos
los días junto a ti, sintiendo ese calorcito tuyo con tu piel apegada a la mía.
¡Qué bonito abrir los ojos, y saber que
estás aquí a mi lado!. ¡Qué contento que me siento de ver que no sueño
despierto al tenerte a mi lado!.
¡Qué dulce despertar escuchar
tu voz despacito, muy cerca de mi oído, diciéndome cuánto me amas!. Y sabes que
eso es lo que más me alegra oir decir de ti: lo mucho que me quieres.
Luego me cuesta levantarme,
porque quiero estar otro poco contigo en la cama. Me gusta sentir tus manos
recorriendo toda mi piel, que nuevamente me pone la sangre a hervir, se me
encienden las ganas de volver a poseerte. Me gustan de modo especial esas
juguetonas caricias que les haces a mis cojones, ya siempre cachondos y erectos
de ti.
Luego la ducha, ¡cómo me
divierto si es duchándome contigo, sintiendo cómo me pasas por todas partes la
esponja enjabonada!. Sí, lo reconozco, ese es mi vicio: no me gusta ducharme
solito: prefiero más compartirlo contigo, y encima ahorramos agua.
Y luego a desayunar
tocan,…¿qué desayuno?, ¿qué tostadas?, ¿qué mermelada?,…mi primer alimento eres
tú, tus abrazos, tus caricias,…y yo también seré tu almuerzo…¡cómeme a besos
hasta saciarte!
Te amo, me amas,….¡es tan
maravilloso!. ¿Qué más puedo pedir?,…solo que aunque estemos despiertos, que
ese dulce sueño nuestro nunca vaya a concluir y que los dos estemos cada día
más enamorados que nunca.
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