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martes, 1 de octubre de 2013

EL MATRIMONIO



(Es una parrafada que circula por internet, pero que se desconoce qué mujer es la autora que lo escribió. Lo encontré interesante y por eso lo comparto con vosotros, y que cada cual reflexione o juzgue como quiera):

No creo en los matrimonios perfectos ni en esas familias que parecen salidas de un comercial de cereales con música de fondo incluida. Creo menos en hacernos los distraídos mientras la vida se nos torna cada vez mas vacía. No creo que estar casados sea un hasta que la muerte nos separe aunque en el camino nos odiemos, nos matemos a bostezos o peor aún, nos ignoremos. No creo en las mariposas permanentes como tampoco en la queja o amargura persistente. Creo en dos personas que deciden estar juntas con la responsabilidad que eso implica, en las consecuencias de cada elección, en cada día. Creo en dejar pasar algunas cosas y, sé que hay cosas que sólo pasan si se trabajan a fondo; tan a fondo como para que nunca vuelvan a pasar. Creo en no postergar desencuentros creyendo que solos se acomodaran. Creo en estar atento más allá del momento. Creo en el respeto, la risa compartida y la lealtad bien entendida. Creo en la obligación de mantener al amor vivo recordando cómo empezamos, qué nos gustaba, qué fue lo que nos enamoró para poder, cada tanto, refrescarlo. Creo en la fidelidad por elección más que por mandato. Creo en ser dos en un mismo camino, cada uno a su paso, con proyectos comunes e intereses individuales. Creo en encontrarnos tanto en abrazos como en íntimos silencios. Creo en solucionar, hablar, callar, equivocarse, pedir perdón, compartir y pelearse. Creo en una pareja que afronta impactos externos de la mano y cuidándose. Creo en ser equipo que reconoce en el otro a su mejor jugador. Creo en no dormirse en alianzas metálicas ni en hipotecas firmadas. Creo sólo en el compromiso que generan las historias compartidas mezcladas con muchas ganas de proyectos a futuro. Creo en dar ejemplo de amor a los hijos pero no en sacrificarse por ellos. Creo en una pareja basada en la elección y nunca en la necesidad. Creo que llegado el momento, es más sana una separación que vivir una pesadilla sin despertador. 

Basada en estas creencias intento construir mi matrimonio y, por estas creencias lo luché muchas veces. Lo sigo eligiendo porque es un matrimonio que está vivo, que evoluciona, que me enoja, que me emociona, que me divierte, y que también me desespera. 

Y porque todavía es más lo que me gusta que lo que me incomoda este estado civil que a veces parece antinatural y fuera de moda. Y sobre todo, porque aún hoy, tantos años después, la mayoría de las noches, la respiración de mi marido al lado mío sigue siendo el mejor final para mi día.


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