Hubiéramos podido cruzarnos por ahí sin vernos, mirando
hacia otro lado, distraídos… O haber pasado a diferentes horas por el mismo
lugar, o no haber pasado nunca… Tuvo que haber un “algo”, un mandato divino, una muy bien
estudiada casualidad, para que, entre los cientos de millones de habitantes del
mundo, tú y yo coincidiéramos en el mismo lugar al mismo tiempo.
( Andrés Eduardo )
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