"Conocía a esa mujer en sus más sutiles secretos, no tenían misterio para él sus ojos de humo que se volvían salvajes en el placer y se humedecían agradecidos al realizar el inventario de su amor, tantas veces la había recorrido, que podía dibujarla de memoria y estaba seguro de que hasta el final de su vida podría evocar esa suave y firme geografía; pero cada vez que la tenía entre sus brazos, lo embargaba la misma emoción sofocada del primer encuentro."
( “De amor y de sombra”, de Isabel Allende )
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